Este martes 15 de octubre la Hard Club de Porto fue testigo de una de las concentraciones de metal extremo más esperadas de este final de año. Y es que como si de un mini festival se tratase el cartel aunaba cuatro bandas encabezadas por Septicflesh junto a Equilibrium, Oceans y Scar of the Sun.
Con todo preparado abrieron la lata con alrededor de 45 minutos de retraso los griegos Scar of the Sun. Su propuesta baila en una gama de sonidos dentro del metal moderno con influencias que van de bandas más clásicas como Paradise Lost en su vertiente menos extrema a más recientes como toda la hornada metalcore. Un popurrí estilístico que dificulta cualquier tipo de etiqueta concreta.




Sin excesivas florituras pero si con riffs directos y eficaces comandados por una poderosa línea vocal calentaron una sala que poco a poco fue completándose hasta rozar el lleno. Su setlist concentró temas de su último LP «Inertia», el cual asienta un sonido más elaborado y personal en relación a sus trabajos previos. Los de Terry Nikas interpretaron, entre otros, grandes temas como «Inertia», «I am the Circle», «Anastasis» y su ya mítico «Gravity».
Media hora a contrarreloj exprimidos y aprovechados para promocionarse ante una cifra nada desdeñable de oyentes. A golpe de lluvioso martes es un desafío y un misterio estos tipos de shows y la cosa funcionó. Por nuestra parte esperamos verlos pronto con un sonido más ajustado a su propuesta y sobretodo con más tiempo y libertad sobre el escenario.
Con suma puntualidad Oceans saltaron al ruedo vertiendo con frenesí la Hard Club de metalcore/nu metal. Su instrumentación y base rítmica, gruesa y encrudecida en hard core, se estructura en base al portentoso vozarrón de Timo Schwämmlein. Los austrogermanos explotaron hasta la saciedad los graves con un sonido ultra procesado que si bien puede generar muchas ampollas hay que aceptar que forma parte del ADN elemental de esta nueva corriente dentro del género.



Con sobrada actitud Oceans creó un oleaje siniestro de headbanging, dislocando hasta al más lejano guardia de seguridad de la sala. Sonaron las crudas «Parasite», «Spit» y «Breed Consume Die», de su reciente último trabajo «Happy». Temas cortos y directos al cuello. Lástima que en el tramo final la guitarra tuvo problemas técnicos dejándolo literalmente en silencio. Aún así la presencia del bajo y la tremenda sección de batería cubrió con nota el desaguisado sonoro.
El repertorio se completó con «We Are Nøt Okay», «Icarus» y «Shark Tooth» contrastando dignamente partes salvajes con melódicas. «The Awakenings», un hit pegadizo que tardarás de olvidar, insufló pasión y feeling para cerrar con la furiosa «Sulfur». Por título, estructura y frecuencias muy en la línea Slipknot. Gran cierre, dejando las pulsaciones por todo lo alto.
Con la sala ya abarrotada tocaba el turno al show de Equilibrium, una banda que genera cada vez más expectación y que goza en la actualidad de una cantidad de fans considerable. Los disfrutamos meses atrás en el Milagre Metaleiro en un espectáculo enérgico, pero en Porto con las virtudes de la Hard Club su música se sintió más intensa y salvaje. En este sentido no hay como la música en directo en sala.
Como es habitual iniciaron con una intro de percusión, en un ejercicio de reminiscencia a los orígenes mas elementales y primitivos de la música. La base sobre la que gira el atractivo de los alemanes se ciñe en torno a unas bases que mezclan folk, electrónica y metal con unas líneas vocales limpias y guturales. Composiciones convertidas en himnos como «Renegades» y sobretodo «Born to Be Epic» hicieron saltar por los aires los cimientos de la sala portuguesa. Como siempre decimos, lástima que las partes eléctronicas tengan que ser pregrabadas y no interpretadas en pleno directo.







«Gnosis», uno de los singles lanzados tras la marcha de Skar, fue otro de los temas elegidos para calentar motores. En cuanto a la salida de Skar fue dolorosa, sobretodo para los nostálgicos y fans clásicos, pero hay que reconocer que la presencia y la voz de Fabian Getto da un plus de versatilidad y un aire nuevo a sus directos. Otro tema mítico escogido fue «Blut im Auge», perteneciente a su segundo larga duración «Sagas», cuyo éxito sería responsable de poner su nombre en el radar internacional.
Superado el ecuador de su espectáculo no bajaron el pistón insuflándonos composiciones recientes como «Cerulean Skies» y «Shelter» lanzadas hacia finales del 2023. Dos bombas de hidrógeno puro como mejores valedores de que esta nueva etapa tiene mucho que ofrecer. Cierre final de los germanos con un track infaltable, «One Folk», para acabar de sellar un show a la altura de las circunstancias.
Como todos sabemos, en la mitología griega son narradas las historias y hazañas de grandes héroes a través de las epopeyas, quedando inmortazadas y presentes hasta nuestros días en el ideario colectivo. Por los siglos de los siglos. Pues bien, en la Hard Club fuimos testigos de algo similar, de una epopeya contemporánea, musical, a través de la presencia de un titán helénico conocido como Septicflesh. Y es que con majestuosidad tiraron abajo todo cuanto había alrededor con una potencia sísmica.
Las partes orquestales y los coros se encargaron de agigantar más si cabe la empresa, rayando en la epicidad más absoluta. «The Vampire from Nazareth» reúne perfectamente todo lo anteriormente descrito creando una introducción insuperable, la que toda banda desearía tener. Una voz de ultratumba se deja notar en su segundo corte, «Neuromancer», acompañado de una guitarras rugientes y cortantes. «Sorry for you fucking destroy» decía el bueno de Spiros Antoniou mientras nos hostiaba musicalmente hablando.






La tralla no cesó ni un instante, ni tan siquiera con temas como «Pyramid God», «Hierophant» y «A Desert Throne», adictivos y con unos arreglos sinfónicos exquisitos. Ni el más ajeno al metal extremo puede negar que canción tras canción las composiciones son variadas, elaboradas y esconden una historia a priori interesante. En no pocas ocasiones pareces estar inmerso en un filme u obra teatral.
Otra de las destacadas fue «Prometheus», con una sección de coros sobrante de epicidad así como de un oscurecido aire gótico/doom. Se les puede otorgar el merecido status de recitadores de sinfonías legendarias gracias a la pluma compositiva de Christos Antoniou, un verdadero genio de lo orquestal. En directo las sensaciones se potencian, llevando al oyente a un estado de éxtasis y levitación.
No podemos olvidar los aires egipcios y desérticos de piezas como «The Collector», reflejando otra de las facetas frikies de los helenos como es su amor por todo lo venido del país de las pirámides, así como la mitología y el mundo del misterio en general. La atmósfera te transporta al norte de África pero embadurnado en una rabia infrahumana. Característica madre sobre la que gira todo el entramado Septicflesh. El cuarteto hace aquí, haciendo un juego de palabras, un trabajo faraónico.
En este sentido no podemos dejar de destacar uno de sus trabajos más memorables, «Communion», que contiene toda la temática anteriormente descrita y del que interpretaron tres temas en el tramo final del show. Así, «Communion», «Persepolis» y «Anubis» supusieron un guiño para homenajear dicho LP que, con la tontería, cumple 14 años. El tiempo pasa volando… misma sensación tuvimos cuando dieron su adiós definitivo con «Dark Art». Última cañonazo atronador que se sumaba a la hora media de show sin bajar, por cierto, el pistón ni por un instante. ¡Qué barbaridad!
Septicflesh venían con la condición de cabezas de cartel y no se bajaron del altar ya desde la primera nota. Contundencia, actitud, despliegue técnico y sintonía a raudales. Una clara masterclass de como debe sonar una banda en directo con una interpretación sobresaliente y sin despeinarse. Hacer así 150 kms de ida y de vuelta a golpe de martes laborable valen la pena, pues lo vivido fue una apoteosis que tardaremos mucho tiempo en olvidar. Gracias Porto por tantas noches de ensueño.