Tras 40 años de existencia y una decena de trabajos de estudio a sus espaldas, Rata Blanca cruzaron el charco con motivo de su enésima gira por nuestro país. En Santiago de Compostela, capital gallega, iniciaron su tour que tuvo como escenario la reputada Sala Capitol. Muchos veteranos de guerra recordaron durante la previa el paso anterior de Rata Blanca en Galicia, exactamente en la desaparecida Sala Camagüey de Pontevedra, hace 22 años. ¡Ahí es ná!
Pues con un generoso retraso de 40 minutos sobre la hora anunciada fueron saliendo uno a uno al escenario de la Sala Capitol, un espacio mítico, que por cierto celebra 90 años de vida. Los fans, con una afluencia mayoritaria de argentinos, vociferaron sin piedad una vez que el gigante Walter Giardino, Fender Stratocaster en brazos, hizo aparición en el terreno de juego.

Una caída de Walter Giardino nada más empezar el show vaticinaba lo peor…pero éste, con toda la calma que le caracteriza, se levantó con ayuda de uno de los técnicos y con completa inexpresividad siguió como si nada. Tras acabar el tema pidió el micro para informar de que sufrió recientemente un esguince en su pierna derecha, una lesión que puso en claro riesgo (y sigue estándolo) los shows previstos en España. Pero parafraseando a Freddie Mercury: «show must go on».
De esta forma, tras rematar «Hijos de la Tempestad», tema de su reciente EP, sufrimos el otro hándicap de la noche con el sonido excesivamente bajo del micro de Adrián Barilari, un error grosero que no fue su subsanado en todo el concierto. El pobre Barilari tuvo que hacer un esfuerzo mayúsculo para tratar de ser escuchado en una batalla que no afectó ni un ápice a su actitud y buen estar. Las tablas ofrecen una experiencia vital ante estos contratiempos ajenos.

El resto del equipo — Alan Fritzler a los palos, Juan Pablo Massanisimo al bajo y Danilo Moschen a las teclas — ofrecieron en conjunto un nivel instrumental apoteósico, inmejorable en su ejecución y sonido. El contrapunto a la faena que tuvo que sufrir Barilari. Ni se le podía escuchar en los diálogos con el público entre canción y canción ¡Qué lástima!
De «Diario de una Sombra» perteneciente al exitoso «Reino Olvidado», pasaron al lejano en el tiempo «Solo Para Amarte». Un tema presente en el ideario colectivo de los más clásicos, amado por suponer su debut allá a finales de los 80s y recordado con ternura por su producción amateur y de pocos recursos. Con Barilari al micro y con un sonido pulido lo llevaron a unos terrenos más agradecidos y ajenos a ese sonido añejo.
El volumen del micro de Barilari seguía empeñado en estropear lo que estaba siendo un show a la altura de las circunstancias. En cuanto a la base rítmica mantuvo la perfección, sonando contundente, limpio y nítido a partes iguales. Un espectáculo ver la expresividad y la fuerza de Alan Fritzler aporreando parches y platos. El setlist saco a relucir dos temazos de «El Camino del Fuego», uno de sus álbumes más compactos. Las elegidas fueron «Volviendo a Casa» y «La Canción del Guerrero», el público cantó por encima de sus posibilidades.



«La Otra Cara de la Moneda» fue la antesala a uno de los momentos de la noche con «Talismán», un baladón que aúna sentimiento, composición y lírica profunda. En terrenos romanticones los argentinos son los capos y reyes de la materia. En otras coordenadas completamente distintas sacaron un single de su último EP: «Rock es rock!». Tema simplón pero efectista y marchoso, sobretodo en el directo. Aquí hubo mucha complicidad y buen rollito entre el dúo Barilari-Giardino.
Superando el ecuador armaron fuerzas a raíz del tema «El Círculo de Fuego», un tema y un álbum, en general, que envejece brillantemente. Otro clímax vino de la mano de «Nada Es Fácil Sin Tú Amor» y «Mujer Amante», esta última con el público cantando a pleno pulmón y con no pocas lágrimas posadas sobre las mejillas. ¡No es para menos! La balada más reconocible y uno de los estandartes de Rata Blanca.

Otro corte infaltable fue «Guerrero del Arco Iris», también coreada y vivida con la pasión habitual de la fanaticada de Rata Blanca; en un vertiginoso viaje temporal hacia el presente más cercano tiraron de «Rock and Roll Hotel» que, como su titulo indica, inflama actitud gamberra y desaliñada. Los años pasan pero su amor por el rock en directo se mantiene intacto.
Con un habitual amago de despedida cerraron la noche por todo lo alto con otros dos clásicos. «Aún Estás En Mis Sueños», tema que cumple dos décadas y perteneciente al aclamado «La Llave de la Puerta Secreta», un álbum que hizo crecer todavía más el mito de los argentinos. Pero el momento esperado por todos llegó a modo de despedida con «La Leyenda del Hada y el Mago», el himno por antonomasia de Rata Blanca y que levantó al público hasta los albores de los años 90s. Vendaval musical a través del conjuro y el hechizo final.
A pesar del imperdonable problema técnico con la voz de Adrián Barilari, Walter Giardino y su banda Rata Blanca defendieron con maestría y feroz áurea mística el legado iniciado hace ya cuatro décadas. Son historia de la música, coronándose como una de las bandas latinas más importantes de la escena heavy-rock y con un currículum propio de las grandes estrellas del rock. La leyenda Rata Blanca lanzó un nuevo hechizo en la ciudad sagrada de Santiago de Compostela.