La fría e iluminada noche viguesa nos dejó este pasado viernes en el pub Transylvania una de las variadas ofertas musicales del fin semana. Malkeda y Elefantes Mutilados fueron sus protagonistas y Clock & Roll, cámara y boli en mano, no desaprovechamos la oportunidad de inmortalizar la experiencia de estas dos añosas bandas de la escena gallega. ¡Ritmo!
Abieron la lata Elefantes Mutilados con los habituales informalismos que tanto los caracteriza. Cerveza en mano, con retranca en su verborrea y rompiendo todos los protocolos posible saltó literalmente sobre el tablado su frontman y vocalista Manu. Representan el puro underground más primigenio, el que trata de tú a tú al oyente y cuya superioridad moral que a priori otorga el escenario no es un obstáculo ni un privilegio ante el público.
Como cañones arrancaron con «Marina Gore», convertido con el paso del tiempo en uno de sus clásicos y estandartes sonoros. Sorprende como la actitud de los tudenses, sin apenas material discográfico y con una promoción casi nula, se contraria con el mimo de su despliegue musical. Técnicamente cuidados, precisos y depurados con un gusto musical propio de oídos eclécticos y corazones ahogados en melomanía. Algo cercanos, en cuanto a su ADN subversivo, a otros míticos de la escena local como lo son Septiembre Negro.
Un inicio que se volvería frenético tras enlazarse con las piezas «Dirty Dishes» y «God’s War», furia y versatilidad a partes iguales. Hubo tiempo también para estrenos, como fue el caso del single «Me and Me». Entre otros podemos destacar «1:14», titulo que ejemplifica básicamente su duración, tema más cercano al punk que al metal a decir por su minutaje. A pesar de la pobre afluencia, Elefantes Mutilados no bajaron por un momento ni el pistón ni la intensidad de su show. Están en esto por amor, no por dinero y fama y eso se nota.
Superando el ecuador descargaron una de mis debilidades personales: el tema instrumental «Ur». Una delicia con cierto aire arábigo y un incontestable derroche técnico. Como dijo de manera jocosa pero no desacertada su vocalista sobre sus compañeros: «se nota que son gente estudiada, de conservatorio». Hacia el final sacaron «Stasic Leak» otro de sus temas más reconocidos. Groove con toques y arreglos marca de la casa. Y es que cada uno de los cuatro miembros irradia altas dosis de personalidad con su instrumento. Cierre con «Your Life Is Also Your Death» dejando constancia del porqué son uno de los nombres más respetados del groove metal gallego.
Los pontevedreses Malkeda cruzaron Rande con motivo de la presentación de su último álbum, titulado básicamente «Malkeda». Un trabajo crudo, oscuro y despiadado cuyo sonido se aleja levemente del nu metal y del sonido Korn de antaño para abrazarse a un groove metal/metal alternativo más en la línea Hamlet. Descripciones superficiales y no excesivamente concretas, pues si por algo destaca Malkeda es por poseer, a pesar de las marcadas influencias, un sonido propio y personal.
Una lástima la baja afluencia, pues la experiencia de estas bestias es realmente óptima cuando el calor humano y las gargantas de sus fans gritan hasta la afonía. En cuanto al sonido fue atronador, en ocasiones quizás excesivo, no por volumen sino por la sensación de embotellamiento. No obstante, tanto la actitud de los pontevedreses como los juegos de luces rellenaron el frío humano de la sala. En este sentido, ¡Chapeau por Elefantes Mutilados y Malkeda!
Su setlist estuvo monopolizado por su ya citado último trabajo homónimo, interpretado en su totalidad junto a un puñado de himnos históricos de la banda. Así saltaron al ruedo con «Que Asco Das». Caos, intensidad y destrucción en su primera carta de presentación. Continuaron con «Almohadas en el Hielo» y «Ya Nada Vale», temas que registran esos contrastes tan marcados en Malkeda entre secciones machacantes y melodías pegadizas. Y es que Malkeda es una fabrica pegajosa y eficaz de estribillos.
Con «Un Día Sin Ayer» nos hicieron viajar algo más de una década atrás en el tiempo, exactamente a su segundo trabajo lanzado en el 2012. En esta ocasión los coros del público empezarían a ir asomando tímidamente. Más carne en el asador con piezas recientes como «Mi Sitio», un grito de rabia e indignación escupido desde el estómago y que entra directamente a nuestra psique. En otras coordenadas casi antagónicas sacaron a la palestra «Elipse», un lamento casi susurrado y que hipnotiza por su lentitud y fuerza.
Otro de los temas nuevos y poseedora de una fuerza de adicción letal es «Sin Futuro». Enésimo estribillo que pide ser gritado en tromba. Para el final se dejaron «Al Otro Lado», «Cumulonimbo» y «Moco» representando posiblemente los temas más emblemáticos de cada uno de sus tres trabajos anteriores. Una tríada de himnos que probablemente ya tengan el status de la atemporalidad dentro de la escena gallega. El bajo aforo no hizo claudicar a los huestes del escenario quienes pelean con la misma intensidad en festivales llenos hasta la bandera como en salas semivacías. Y ese pequeño detalle a oídos ajenos, os hace más grandes todavía.
