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Crónica del Lion Rock Fest 2024

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La tan ansiada segunda edición del Lion Rock Fest al fin llegó. Eterna espera para uno de los festivales europeos más potentes dentro del hard rock melódico que ya el año pasado, en su debut, daba muestras de que apostarían fuertes y de que venían para quedarse. Tanto es así que ya anunciaron que la tercera edición será una realidad. El anuncio de bandas, con Hardline y Tyketto como cabezas, The Night Flight Orchestra, Perfect Plan, Treat, Jaded Heart más Hackers como representación nacional aseguraban una jornada repleta de calidad y nivel.

Los días previos se anunció sorprendentemente que Hardline serían los responsables de abrir el Lion Rock Fest en horario de merienda, a eso de las 18:45. ¿Se trata de una estrategia para asegurar el lleno desde el principio o se debió a simples razones logísticas? Seguramente no lo sabremos, pero lo que quedó claro es que resultó ser una manera equitativa y justa de organizar los horarios asegurando un lleno en el Palacio de los Congresos y Exposiciones de León prácticamente de principio a fin. Así, sin tiempo a nada salieron con todo encabezados por un Johnny Gioeli desatadísimo, eufórico y contagiando esa vitalidad a cada uno de los asistentes con la enérgica «Fuel to the Fire».
 
Su equipo de batallas se cerraba con el mago Alessandro del Vecchio en las teclas y coros, el guitarrista Luca Princiotta, Anna Portalupi al bajo y Marco Di Salvia a los parches. Una formación que curiosamente habla italiano entre todos sus músicos.
 
Inicio arrollador, puro ADN Hardline, para continuar su peculiar sensualidad con «Everything», «Takin’ Me Down» y «Dr. Love», hits pertenecientes a su obra cúlmen «Double Eclipse». Ya han pasado más de 30 años desde que debutaran con semejante joya y sigue sonando tan fresco e intenso como la primera vez. Tras estos clásicos el setlist se orientaría hacia temas más actuales cuya base de piano sobre la que gira la instrumentación nos recuerda irremediablemente a Axel Rudi Pell, otro de los proyectos en lo que está embarcado el bueno de Gioeli y que refleja su otra cara de la moneda: las baladas.
 
En estas coordenadas es genio absoluto, tal y como pudimos presenciar con la versión de Queen «Who Wants to Live Forever» y los temas «In This Moment», «Take You Home» y «Page of Your Life». Piel de gallina por el sentimiento desplegado y por una actitud insaciable. En cuanto a la segunda mitad del show desplegaría más hits del ya mencionado «Double Eclipse»
 
A través de «In the Hands of Time» Johnny aprovechó para compartir con su publico mensajes alentadores y motivacionales con un agradecimiento especial a sus fans, afirmando literalmente que «sin vosotros los fans, no soy nada». Aquí cada uno de los miembros tuvo además espacio para sus desarrollos y florituras personales con su instrumento. «Life’ a Bitch» y la preciosa «I’ll Be There» continuaron no sin antes dar paso a «Fever Dreams», perteneciente a sus últimos trabajos, dejando por enésima vez la huella indeleble de las virtudes vocales con el paso de los años.
 
En los compases finales la atmósfera se ciñó vibrante y pegajoso con «Hot Cherie» que sería presentado a través de una introducción previa del mítico tema de Phil Collins «In the Air Tonight». Por último saldría a la palestra «Rythm from a Red Car» en la que Johnny Gioeli fue responsable de presentar con buen rollo al resto de sus compañeros de equipo. De esta forma Lion Rock Fest presenciaba un directo memorable nada más empezar su segunda edición.

Jaded Heart tenían la difícil tarea de dar continuidad a la exhibición de Hardline, encargándose además de estrenar el escenario dos con un sonido mejorable y con breves cortes que no potenciarían sus capacidades. Si al inicio afirmábamos que este formato de horarios tenía sus grandes ventajas también hay que dejar constatado que con estos cambios abruptos en la calidad acústica no llevan sino a empañar la experiencia, dejando como perjudicadas a las propias bandas y por tanto al espectador. Todo como crítica constructiva porque del resto la nota general es alta y el cartel básicamente inmejorable.
 
Volviendo a los alemanes, su hard rock fue el más sucio y crudo de toda la edición, rozando el heavy metal, aún a pesar de entrometerse el bajo volumen de los altavoces. A la etiqueta de heavy hard rock ayuda la voz de Johan Fahlberg que recuerda en ciertas modulaciones y dejes a Bruce Dickinson. La camiseta de los míticos Angel Witch portada por el propio Fahlberg fueron el comprobante definitivo a lo anteriormente mencionado. 
Entre su setlist encontramos temas contundentes y potentes como «Schizophrenic» cercano al heavy metal pero con la dosis justa de melodía para encajar entre el público asistente. En cuanto a «The Enemy» destaca por los riffs cortantes de Peter Östros y la garra sempiterna de Fahlberg. Una dupla capaz de consolidar un proyecto que fue capaz de resistir a los cambios y las distintas metamorfosis sufridas desde sus inicios allá por los 90. «Saints Denied», a pesar de tener que luchar con el sonido, descargó más exhibición infatigable a las seis cuerdas para reafirmar que el hard rock convive magistralmente con los Reyes del mástil.
 
Una de las joyas de la corona de Jaded Heart por los que son mundialmente conocidos es por la exitosa versión de Anastacia titulada «Pay My Dues». Parte del concierto de los alemanes lo pasé en el escenario principal guardando sitio para ver en primera línea a Treat y debo reconocer que muchos de los que allí estaban saltaron, danzaron y cantaron dicha versión. Mejorada o no, ese debate os lo dejamos a los lectores, nadie puede negar que fue un arriesgado acierto. Terminado el show con un sabor agridulce por el sonido pero conscientes de la calidad de Jaded Heart nos fuimos preparando para lo que se vendría.
Los suecos Treat, liderados por Robert Erlund, fueron los segundos elegidos para tocar en el escenario principal con las ventajas que ello supone. Su extensa discografía avala una carrera más que respetable, compitiendo en su día de tú a tú con los mismísimos Europe y ganándose el respeto de toda la escena. Abrieron con «Skies of Mongolia», cuyo estribillo fue coreado por gran parte del respetable, algo que fue una constante a lo largo de su show. «Ready for the Taking» nos hizo viajar a finales de los 80 para refrescar otro estribillo genial para dar paso a «Papertiger». El comienzo fue espectacular y quizás ahí esté la razón del leve bajón, o quizás afectado en mayor medida por el cansancio.
 
Los elegidos para representar su último trabajo «Endgame» fueron los tracks «Home of the Brave» y «Freudian Slip» metiendo más leña y dejando por sentado que no son una banda que viva de rentas pasada y que su llama es infatigable. Siguieron interpretando temas tardíos con «Riptide» dejando una primera mitad más defensora de sus últimos años con una segunda plagada de clásicos de los 80. Recursos y discografía les sobra.
 
Por su parte «We Own the Night» se consagró como uno de los temas que mejor sonaron, AOR de pura cepa, del que te llega los adentros, sentando cátedra del valor fundamental que tienen los coros en el resultado final. Digno de enseñar en las escuelas musicales. Entre medias «Sole Survivor» envejeció el setlist para cerrar con cuatro cortes de sus cuatro largas duraciones de los 80s. «Rev It Up» para dar paso a un clasicazo como «Get You on the Run» que pronto cumplirá la friolera de 40 años. Ahí es na‘. 
 
«Conspiracy» y «World of Promises» cerraron un show que gana en valor una vez digerido lo vivido. Para alargar e intensificar la épica remarcar que el sonido del último track fue cortado abruptamente ante lo que Treat respondió tocando como verdaderos profesionales. Hay quien afirmó con cierta rumorología que estaba orquestado por la banda, a pesar de las sorpresas iniciales, ya que encajó a la perfección con una sección de coros. No tiene pinta la verdad, pero sea como fuere dieron una auténtica lección de hard rock tanto de la vertiente clásica como de la más moderna y producida.
 

La representación española en el Lion Rock Fest vendría de la mano de Hackers. Los canarios bajaron frecuencias con su AOR encuadrado en un sonido clásico tanto en estructura como sonido con leves destellos que pueden recordar a los primeros Barón Rojo y Asfalto pero moderados por unas letras más romanticonas. La presencia del teclado es omnipresente y las artes a las seis cuerdas de Fran Alonso es simplemente brillante. Con qué delicia reparte amor y feeling con su guitarra.
 
No obstante, de nuevo el sonido de la guitarra en el escenario secundario fue excesivamente bajo con unos cortes de sonido y luz bastante groseros. Tanto que el setlist tuvo que ver reducido dos de sus temas. Una lastima que se vea empañado de esta manera la experiencia de una banda que venía con toda la ilusión del mundo. No queda más que pulir estos errores por parte de la organización.
Primeros compases con «Poder de una Canción», rebosante de rock melódico con unas letras que sin ser ñoñas del todo si dan la sensación de poseer un nivel inferior a lo musical. No ocurre lo mismo con «Mil Recuerdos», un corte más marchoso con una lírica más elaborada. En sí pegadizo y con un aire clásico que da la sensación de haber sido parido de puño y letra en los 70s u 80s. 
 
Prosiguieron con «Juego de Cobardes» y «Respirar Rock & Roll», cortes de su último trabajo «El Poder de una Canción». Por su parte «Historias que Contar» y «Mi Dulce Condena» se encuadran en unas coordenadas más clásicas con unos soleos de guitarra y unas instrumentaciones grandiosas que nivelan el contenido letrístico, previsible y redundante. Mucho amor y todo eso….como, por otra parte, mandan los cánones del género. 
 
Como mencionamos unas líneas más arriba los problemas técnicos obligaron a los canarios a cerrar con «Si Te Vas», un hit que a buen seguro se convertirá en un habitual en sus directos. Estribillos pegajosos, líneas de teclados alegres y unas rítmicas con peso para construir una pieza que bien podría llevar la rúbrica de alguno de las más grandes bandas internacionales de rock melódico/AOR. Un show para olvidar en términos sonoros y acústicos…pero al César lo que es del César ya que Hackers resistieron a la adversidad.
 

Otra de las bombas anunciadas por el Lion Rock Fest eran los norteamericanos Tyketto quienes vinieron a León con la idea de demostrar que no viven de rentas pasadas y que tanto en directo como en estudio mantienen esa llama que los llevó al reconocimiento internacional. Con esta premisa arrancaron con «Remember My Name». Sin concesiones de ningún tipo Danny Vaughn demostró estar en un estado de forma excepcional y Harry Scott Elliott dejó boquiabierto al público con su despliegue al mástil, un guitar hero en toda regla.
 
Más clase vocal de Vaughn en «Meet Me in the Night» con las modulaciones que tanto lo caracterizan. Aprovechó también la ocasión para mostrar todo su apoyo a los afectados de la trágica DANA acaecida apenas unos días. Bonito detalle de Vaughn ya que es residente en nuestro país desde hace algo más de 16 años. Toca el turno de «Wings», el primero de los clásicos de la noche. Aquí el público enloqueció y cantó con el corazón el tema de un disco que es patrimonio de la Humanidad. Y es que el «Don’t Come Easy» es una de las joyas fundamentales del hard rock melódico. El debut soñado para una banda que tocó techo nada más nacer.
Repaso a su segundo álbum del 1994 «Strenght in Numbers» para conmemorar su 30 aniversario con «Rescue Me» y el tema homónimo. Arreglos funkies, feeling y melodías pegadizas son algunas de sus armas más letales en estas dos piezas. Entre medias saltó al escenario «Reach», una obra de arte actual que podría mimetizarse increíblemente entre los grandes éxitos de toda su carrera. Quienes podían poner en duda por el pasar de los años el nivel de Vaughn ya pudieron sacarse de la manga esa frase hecha convertida en máxima de que «los rockeros nunca mueren».
 
Uno de los puntos culmen de la noche llegó de la mano de dos hits atemporales como «Burning Down Inside» y «Lay Your Body Down» del sempiterno y ya mencionado «Don’t Come Easy». Inconmensurable Vaughn y los suyos con Harry Scott Elliott desatado quien no dudó de tirar de recursos no solo técnicos sino también dancísticos. ¡Qué manera de moverse! Para esta hora el público estaba desatado y con la experimentada conclusión de que tanto Hardline como Tyketto fueron los dos reyes de la noche.
 
No faltó «Sail Away», cuyos arreglos dieron un punto mayor de agresividad en comparación con la versión de estudio. En el tramo final «The Last Sunset» supuso el preparativo para un cierre épico, por todo lo alto con el himno mundial y extraterrenal «Forever Young». Como todo tema que transciende las fronteras del espacio-tiempo puso a todo el público en estado de éxtasis, porque la música es un eficaz antídoto universal para curar o paliar los problemas del día a día, para limar asperezas o para desconectar. Maravillosa herramienta.
 
Con este brochetazo los norteamericanos salían por la puerta grande con una química colectiva que desbordó por todos los costados del escenario. Volvemos a resaltar a tScott Elliot porque su nivel de ejecución fue excelso siendo posiblemente el mejor guitarrista de la noche. Un cañón custodiado por el, a pesar de las canas, rejuvenecido Danny Vaughn que con sus 63 años se encargó de dejar claro que le queda mucha cuerda para rato. Sobresaliente actuación de Tyketto.
 

Justo enfrente Perfect Plan entró con la idea de hacer olvidar los fallos técnicos del escenario secundario y con la dura misión de mantener la excitación provocada por Tyketto. Con su elegante hard rock melódico desaparecieron los fantasmas por completo aunque por lo visto entre el público el cansancio de semejante maratón musical empezaba a hacer mella. Entre algunos de los interpretados debemos mencionar la romanticona «Emelie» que con la preciosa voz de Kent Hilli engatusa hasta al más rudo de la clase. Si es que en estas frecuencias son uno de los referentes en la actualidad.

Del disco, mejor dicho discazo, titulado «Time for a Miracle» tocaron, entre otras, la sensual y desenfadada «Nobody’s Fool» en una magistral clase de lo que debe tener un buen tema de hard rock. Del mismo larga duración la canción homónima trajo consigo leves headbangings a decir por su contundente riff. La voz de Hilli aquí es excepcional, muy en la escuela sueca que tantas alegrías nos está dando. Tampoco podía faltar «In and Out of Love» en donde el público hizo muestras de su amor y pasión por Perfect Plan colaborando en los coros.
 
Los suecos salieron airosos del desaguisado del escenario dos con una matrícula de honor bajo el brazo, sacando además la espinita a los asistentes y ganándose con creces una futura llamada de los organizadores para actuar en el escenario principal. No podemos pasar por alto su versión de «Didn’t Know It Was Love» de las leyendas Survivor. Sin duda, Perfect Plan fueron uno de los victoriosos del Lion Rock Fest.

Quienes elaboraron el cartel tuvieron la astucia de seleccionar como cierre festivo a una banda tan elegante y verbenera en su música y performance como los suecos The Night Flight Orchestra, nacidos como proyecto alternativo de las entrañas de miembros de bandas como Soilwork y Arch Enemy. La propuesta idónea para levantar el ánimo y exprimir nuestra última dosis de energía ya que la fatiga a estas alturas era más que previsible. No obstante, un par de canciones fueron más que suficientes para revitalizar nuestro resentido estado físico. 

Con todo listo fueron entrando uno a uno los integrantes ante el bullicio incesante del público, entre los que habían bastantes vestidos y disfrazados como azafatas y pilotos de avión. La orquesta del vuelo nocturno partiría con «Midnight Flyers», pegadiza y marchosa, en un viaje del altos vuelos haciendo escala con «Sometimes the World Ain’t Enough». El cansancio desapareció por completo en un despegue sonoro provocado por «Divinyls», uno de los hits más reconocibles y exitosos de los suecos. La única pega en toda esta fiesta aeronáutica fue el bajo sonido de la guitarra. El constante hándicap en esta edición.
 
El atractivo de The Night Flight Orchestra es la acertada mezcla de hard rock melódico en su base imbuido en una fusión de diversos estilos con el mínimo común denominador de la accesibilidad musical. De esta forma en el resto del setlist se interpretaron desde cortes espaciales mimetizados en hard pop como «Living for the Nighttime» y «Gemini», más discotequeros como «Burn for Me» y «White Jeans», funkies como «Paralyzed» o AOR como «Something Mysterious» con una base instrumental que es imposible dejar de relacionar con Survivor. Muchísima riqueza musical camuflada bajo una apariencia comercial.
 
Para el final del show y de esta segunda edición del Lion Rock Fest se dejaron dos desarrollos musicales sobrados de eclecticismo. Así «Stiletto» pero sobretodo «West Ruth Ave» ofrecieron una complejas instrumentaciones experimentales que contrastan por completo con lo ofrecido a primera hora de la tarde, cerrándose un círculo musical gratificante. The Night Flight Orchestra se llevaron en su vuelo intercontinental el espacio-tiempo. ¡¡Nos vemos en el 2025!!
 
 

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