Desde hace unos cuantos años Cangas se convirtió en la capital nacional del metal extremo durante el último fin semana de julio. A través de la entrada gratuita y un formato que ofrece un espacio justo tanto a bandas locales y nacionales como internacionales, el Kanekas Metal Fest fue conquistando su terreno a base de meritorio e incansable trabajo.
Las expectativas, como no, se encontraban por las nubes no solo por suponer el último baile, sino por el nivelazo de todas las bandas anunciadas en el cartel. En lo extramusical el tiempo acompañó y la afluencia fue de las mayores que se recuerden. Así, el primer match ball de esta batalla final prometía. Y mucho.

Formado por músicos reputados de la escena local viguesa, Lucifèrnaga abrieron esta XIV edición del Kanekas a base de imponente doom stoner. Caras más que conocidas sobre el escenario, todos ellos habituales como asistentes en años anteriores, dando prueba de que la posibilidad de compartir espacio al lado de gigantes del metal es una realidad gracias a los capos de Morrazica.
Como mandan los cánones en estas sonoridades y frecuencias, las letras desprenden oscuridad y pesimismo, a través del gallego como vehículo de expresión y acompañados de una instrumentación que trasmite esa necesaria pesadez y lentitud monolítica. Quizás el gallego, Galicia y todo el entramado ocultista que le rodea sean mucho más compatibles con el doom/stoner de lo que creamos. Para darle más mística al asunto, tocando un 25 de julio, el día de Galicia. Todo a pedir de boca.








A pesar de tan solo llevar algo más de un año y medio como banda, sonaron compactos y sin fisuras, dando muestras de sus tablas y de la experiencia previa de cada uno de sus miembros. De entre su repertorio sacaron temas que ya empiezan a rodar por nuestras cabezas y sonar familiares como «Sacrolume», la vigorosa «Noitecidio» o el ya más que reconocido «Lucifernaga».
Ni las horas y el calor, ni las bajas velocidades de esta propuesta dieron oportunidad a ningún intento de siesta por parte de los allí presentes. Todo lo contrario, la contundente base rítmica desempolvó la carbonilla de todo aparato auditivo posado sobre el escenario. Sin duda, una de las mayores ilusiones y esperanzas que tenemos en nuestra ciudad. Bolazo de apertura y primera estocada a la tranquila ría del Morrazo.
En otras coordenadas casi antagónicas, los blackers Narbeleth oscurecieron mucho antes de tiempo el recinto del Kanekas de putrefacción y gritos viscerales. Pero antes de nada toca presentarlos, pues son un curioso proyecto cubano asentado en tierras gallegas. Digo curioso por su éxodo desde La Habana hasta Pontevedra y por practicar un estilo con nula tradición, rompiendo ese tópico de que en la preciosa isla caribeña solo hay revolución, ron y rumba.
Ofrecieron black clásico de la escuela de Darkthrone o Satyricon con trémolos a diestro y siniestro. Crudos, veloces y descuidados son algunas de las cualidades con las que domar a los amantes del black metal más ortodoxo. Fueron además culpables y responsables directos de violentar y en algunas casos espantar a los curiosos no metaleros que deambulaban por la zona. Los cubanos precisamente no componen coplas o saetas.




Cubiertos sus rostros de corpse paint y bajo una indumentaria propiamente satánica nuestros hermanos cubanos no dieron ni un segundo de tregua. Cero concesiones. Arrancaron con unos de sus temas más conocidos, «Nox Arcana», exprimiendo un despliegue técnico nada desdeñable. Otros cortes que no podían faltar fueron la furiosa y veloz «A Pale Crown» o el black ‘N roll de «A Throne Over the Seven Stars».
En su casi dos décadas de vida, y si nuestros datos no nos fallan, poseen hasta la fecha 6 LPs, 1 EP y un demo en su carrera discografica, por lo que Narbeleth precisamente no son unos iniciados y unos amateurs dentro de la escena. A pesar de las horas y de los excesivos rayos solares, no desaprovecharon la oportunidad de desplegar sus sucias hordas sonoras en forma de black.
Enlanzado con lo anterior, tocaba el turno para una de las influencias primigenias y más elementales del black metal por su velocidad: el punk. Y como representantes de este género los elegidos fueron los emblemáticos y sempiternos Discharge, quienes precisamente representan esa rama más extrema y hardcore del punk en lo que se conoce como hardcore punk. No olvidemos que unos grandes como Carpathian Forest llegaron a versionar temas de Discharge.
Muchas etiquetas, en este caso necesarias, para entender y contextualizar la evolución de la música y sus subgéneros. Volviendo a la faena, los isleños salieron con todo, con el cuchillo entre los dientes y con un incombustible Jeff Janiak moviendo todo el cotarro. Mucho punk mimetizado pacíficamente entre la fanaticada metalera, algo que – tristemente – muchos años antes sería completamente impensable.







Como era de esperar no dejaron títere con cabeza, sobretodo de entre las élites y los poderosos que controlan la humanidad, desplegando canciones protesta como «New World Order». Ni siquiera un bajo nivel de inglés impide suponer sobre qué trata el tema. Otros clásicos de la banda fueron «A Look at Tomorrow», «Drunk with Power» y «State Violence / State Control».
Los británicos incidiendo con la lírica de protesta ante la hipocresía y los abusos de poder de los gobiernos, cerraron con la cruda y directa «Decontrol». Y es que un festival como el Kanekas, que nace desde abajo y con actitud underground, no podía dejar de contar con unos representantes con ácida y combativa actitud de rebeldía como Discharge.
Ya cerrada la noche llegó uno de los momentos más esperados por todo el Kanekas: el aterrizaje de Coroner. Ilusión máxima para (casi) todos los amantes del metal extremo por el anecdótico hecho de tener en una humilde y trabajadora urbe como Cangas a unas leyendas de culto como los suizos, influencia incalculable en miles y miles de bandas a lo largo del globo terráqueo.
Las dudas que podríamos tener cualquier de nosotros sobre su nivel pronto se disiparon con los primeros minutos de «Internal Conflicts». Además, no solo es que sus miembros míticos Ron Broder y Tommy Vetterli mantuviesen viva la llama sino que el fichaje de Diego Rappachietti a los parches supuso todo un éxito. Un capo del prog en todas sus vertientes al que fue imposible quitarle el ojo en toda la noche ante semejante masterclass. Con Coroner vivimos una experiencia muy difícil de olvidar.








Sacaron toda su técnica, creatividad y virtuosismo a relucir guiados por un setlist prácticamente inmejorable con clásicos como «Semtex Revolution», «Masked Jackal» o «Reborn Through Hate» . Repaso discográfico de cada uno de sus cinco álbumes lanzados hasta la fecha sin olvidarse de que los suizos, más de tres décadas después, tienen previsto lanzar nuevo álbum para mediados de octubre. Mientras, estaremos a la espera.
Volviendo a su magistral show, aunque muchos se quejaron de que fueron aburridos (no sé qué se esperaban) estuvieron excelsos. Se nota que son suizos, la precisión va en el propio ADN sumado a las ganas, intensidad y virtuosismo de antaño. Tanto fue así, que cerrabas los ojos y podías también escuchar a los mismísimos Celtic Frost. 2 x 1 y de balde. Viejas glorias dejando su huella intacta en la despedida del Kanekas Metal Fest.
A ultima hora y como era de esperar tiraron todos los cimientos del recinto los gallegos Scent of Death. Míticos de la escena extrema que siguen, tras más de dos décadas, dando cera y mandanga de la buena. Técnicamente exquisitos, veloces e intensos, custodiados por un sorprendente derroche vocal. Es decir, el cierre de Kanekas que todos esperamos año tras año.
Sinceramente porque son gallegos y hay esa maldita manía de vanagloriar sin control y filtros todo lo de fuera, porque los orensanos demostraron una vez más ser una maquinaria perfectamente engrasada y asesina. Detonaron una cacería de notas y de growls que espantaron y barrieron de un plumazo a todo ser no familiarizado con el metal extremo. Y ese impacto al final también es lo que se busca.





Pero no todo es salvajismo, pues detrás de su furia y el correcalles se esconden exquisiteces compositivas y recursos técnicos propios de la música docta. Arreglos, solos y matices en todos los rincones. Así de su setlist disfrutamos de temas como «The Mute Idol» o «Awakening of the Liar», un vendaval de martillazos y mala hostia. Mucha mala hostia…
Con «Sooner or Later» dieron muestras de su tremenda resistencia física al llegar al tramo final de su show sin muestras de agotamiento. Más zapatilla. A pesar de haberlos visto ya unas cuantas veces fueron la sorpresa de este primer día. Sin duda, una de las bandas más en forma y reputadas de todo el metal extremo nacional.